La Rochelle
Puerto de referencia de la costa oeste de Francia, cosmopolita y moderna, esta ciudad universitaria vive en sus calles la animación más propia de las poblaciones costeras del sur, donde la gente pasea por sus callejuelas y diques y aprovecha para cenar en los numerosos restaurantes que se encuentran en el puerto.
Es fácil imaginar el ajetreo de este puerto durante los años en el que esta floreciente ciudad se convirtió en la puerta comercial hacia los territorios de ultramar. Pasear por las calles de la vieja ciudad nos permite descubrir un rico patrimonio arquitectónico, calles con soportales, casa medievales con entramados de madera y pizarra, palacios renacentistas o grandes residencias de armadores, configuran un prestigioso patrimonio que ha permanecido muy bien conservado. El puerto viejo “ Vieux Port“ indudablemente sigue siendo el corazón de la ciudad, donde se respira un evocador ambiente marinero, aunque el bullicio provocado por las vendedoras de sardinas o los pescadores tejiendo sus viejas redes de pesca son una imagen del pasado en la Cours de Dames. Hoy las terrazas de los cafés, restaurantes donde podemos degustar las excelentes ostras y los artistas callejeros son quienes ambientan y hacen de esta zona un animado puerto deportivo.
Las tres Torres
De las construcciones históricas que tiene la ciudad, las más emblemática son las que se ubican en el “ Vieux Port”. Las tres torres, bellas y rebeldes, son testimonio del poderío de la ciudad frente al poder del estado central. Con una altura de cuarenta y dos metros, la Torre de San Nicolás o torre del homenaje feudal está orientada al mar y simboliza el poder y la riqueza de La Rochelle. La Torre de la Cadena actuaba de cierre defensivo del puerto viejo junto a la de San Nicolás, mediante una enorme cadena que unía ambas torres. Frente a los últimos restos de las murallas de la ciudad, se alza la Torre de la Linterna, conocida por la torre de los “Cuatro Sargentos” por los sargentos encarcelados allí durante la rebelión de los Carboneros. Al igual que muchas construcciones que fueros utilizadas como prisiones, se pueden apreciar en sus paredes innumerables inscripciones y restos escritos en las paredes que dejaron los desdichados que por ellas pasaron. Se caracteriza por tener una altura de setenta metros y estar rematada con una aguja gótica octogonal desde la que se divisa una singular panorámica de la ciudad. Esta torre se empleó como faro y cárcel a lo largo de su historia, siendo el último faro medieval de la costa atlántica.
El casco viejo
Detrás de la “Portede de la Grose Horlorgue” una ciudad monumental se esconde sin apenas haber cambiado durante más de un siglo. En ella sigue centrándose gran parte de su actividad comercial y de ocio. En su sector izquierdo se concentran las calles que fueron más señoriales, donde las piedras que servían de lastre para los barcos procedentes de Canadá, hoy son los adoquines que alfombran sus calles. Adentrándonos en su interior, frente a la sobria Catedral de San Louis, se encuentra el Café de la Paix, el último de los grandes establecimientos del siglo XIX, en el que recordaremos al celebre inspector Maigret personaje creado por Georges Simenon, uno de sus más asiduos clientes. Pasadizos y callejuelas nos llevarán a la plaza del Mercado, uno de los rincones más animados. No hay que perderse una visita al Ayuntamiento para admirar su fachada de estilo renacentista.
Acuarium
Ubicado en el centro de la ciudad, frente al puerto viejo, se encuentra el Acuarium de La Rochelle. Está considerado uno de los mayores acuarios privados de Europa. Una visita de más de dos horas nos sumergirá en el fondo de los océanos para descubrir, observar y comprender el medio marino. Este apasionante viaje al fondo del mar nos permite caminar entre las aguas a través de un túnel que nos permite una visión de 360 grados, caminar entre medusas o ser observados por los tiburones que nadan a nuestro alrededor es un espectáculo fascinante y sobrecogedor. La impresionante escala cromática de la fauna marina de los mares y océanos representados nos inspira una enternecedora admiración. Sin duda es una visita obligada y que no dejará indiferente a nadie.
Más información: www.cognac-francia-atlantica.es