Carcassonne: La herencia de los cátaros
La ciudad medieval fue lugar de residencia de la importante familia Trencavel durante los siglos XI y XII. Estos tiempos de paz y prosperidad se vieron truncados por la Cruzada albigense.
Después del conocido asedio padecido en 1209, el vizconde Raimundo-Roger Trencavel fue víctima de un secuestro por parte de los cruzados. Fue mediante esta sucia treta que se vieron obligados a ceder la ciudad y sus tierras aledañas al jefe militar de la Cruzada, Simón de Montfort. Propiedad que fue traspasada al rey frances en 1224. De este modo, Carcassonne se integró en el reino de Francia a pesar de los intentos de la familia Trencavel de recuperar el bastión en el año 1240. A mediados del siglo XIX, la Cité, como comunmente se le denomina al núcleo medieval de Carcassonne, se restaura mediante el trabajo y la atenta mirada del arquitecto Eugenio Viollet-le-Duc. Ya en nuestros días, en 1998, fue reconocida por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
Una acción que nos permite gozar de una auténtica ciudad medieval, conservada y restaurada con esmero y dedicación. El resultado es patente desde hace tiempo. Un lugar mágico, encantador, que atrae a miles de turistas de todo el mundo para perderse por sus callejuelas y disfrutar de su visita. Carcassonne es la sede del obispado desde al menos el siglo VI. La antigua catedral de Saint-Nazaire y Saint Celse, situadas en el corazón de la ciudad medieval, sólo conserva actualmente l anave central y las laterales del edificio románico del siglo XII. El resto fue reconstruido durante los siglos XIII y XIV, con especial dedicaciónal coro y el transepto con las impresionantes vidrieras de estilo gótico.
La ciudadela se encuentra todavía habitada. El recinto de la Cité abarca las 52 torres y las 2 murallas concéntricas que hacen un total de 3 kilómetros de recinto amurallado. El visitante puede descubrir libremente una gran parte de la ciudadela como la basílica de Saint-Nazaire, los corredores de maniobra, las murallas, la puerta de Narbona, la puerta del Aude y la vida interior de la ciudadela. El castillo fue construido en el siglo XII por los Trencavel, vizcondes de Carcassonne. Fue modificado sin cesar a lo largo de los siglos siguientes. Hoy día es difícil hacerse una idea precisa de lo que una vez fue la sede de estos poderosos caballeros feudales.
La Bastide Saint-Louis
Joya de la actual ciudad, la bastida está delimitada por los bulevares que se trazaron en los siglos XVIII y XIX sobre los antiguos fosos de la ciudad, que en otro tiempo estaba fortificada. El cinturón militar y las puertas defienden la ciudad baja: su cercado se construyó de 1355 a 1359 bajo las órdenes del conde de Armagnac. Hacia finales del siglo XVI, con ocasión de las guerras de religión que asolaron Francia, se flanqueó la ciudad con 4 fortificaciones dispuestas en los correspondientes vértices; eran el fortín de Saint-Martial en el noroeste, el de Figuières al nordeste, el de Montmorency al sudeste y el de la Tour Grosse o des Moulins al sudoeste.
En vísperas de la revolución de 1789, la ciudad baja tenía tan sólo 4 puertas, la del oeste, de Toulouse o de los Agustinos, la puerta norte o de los Carmelitas, la del este o de Cordeliers, al final de la actual calle Aimé Ramond y la del sur o de los jacobinos, actualmente conservada y clasificada como monumento histórico.
Esta “bastida” presenta un plano regular: una cuadrícula organizada alrededor de una plaza central, la plaza Carnot, que se adorna con la fuente de Neptuno.
Todos los martes, jueves y sábados por la mañana tiene lugar el mercado en torno a esa fuente y en el soberbio edificio del Halle aux Grains.
Estos edificios religiosos y sus palacetes se pueden visitar, además de deambular bajo la sombra de sus frondosos jardines públicos.
Pero de lo que realmente disfrutarás será recorriendon sus calles, angostas, estrechas, inclinadas, su ambiente, las tiendecitas de recuerdos, artesanía, gastronomía, tomandote un vino en alguna de sus vinaterías, un placer exquisito al alcance de todo el mundo.