La Habana, la nueva perla del Caribe

 La Habana, la nueva perla del Caribe
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Desde los múltiples estilos arquitectónicos que ha ido configurando a través de los siglos su incuestionable patrimonio, hasta el aroma a salitre proveniente del quilométrico malecón y otros olores indescifrables de sus árboles frutales en pleno centro urbano. Las mezclas de culturas, asiática, hispana, afro, de un pasado que ha ido evolucionando constantemente y la música en vivo que te acompañará en cualquiera de tus paseos por La Habana Vieja, hará que te lleves un grato recuerdo de la isla caribeña con más atractivo humano y paisajístico.

 

El almirante Cristóbal Colon fue el primer turista que visitó Cuba el 28 de octubre de 1492 y la bautizó como «La tierra más hermosa que ojos humanos han visto». Y no se equivocaba, desde ese día han sido muchos los turistas que han disfrutado de sus paisajes, el cariño y la amabilidad de sus habitantes. En este viaje nos centraremos en su Capital, La Habana. Fundada en 1519 por Diego Velázquez La Habana o La Villa de San Cristóbal de La Habana, como es su nombre completo, es la capital de la República de Cuba y de las provincias Ciudad de La Habana y La Habana. Es la única ciudad del mundo que tiene triple capitalidad.

Fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1982. Los principales recorridos a visitar en La Habana La Habana Vieja es de visita obligada, ya que constituye el casco antiguo de la ciudad, allí hallarás en todo su esplendor la historia y la cultura de Cuba. Los detalles de ésta se encuentran en la arquitectura colonial, ejemplo de ello son el Palacio de los Capitanes Generales, donde actualmente se encuentra el Museo de la Ciudad, el Palacio del Segundo Cabo, el Templete, la Catedral, Basílica Menor de San Francisco de Asís, La Plaza de Armas, Castillo de San Salvador de La Punta y Castillo de la Real Fuerza, donde en una de sus torres podemos apreciar el símbolo de la ciudad, «La Giraldilla«, que es la obra escultórica más antigua de Cuba. Al otro lado de la bahía tienes el Castillo de los Tres Reyes del Morro, imprescindible subir al faro y disfrutar del skyline de La Habana con el aroma a salitre y otros olores indescifrables de esta incomparable ciudad; el Castillo de San Carlos de la Cabaña, que fue así bautizado en homenaje al rey Carlos III, en su interior se encuentra el Museo de la Comandancia, este museo muestra aspectos de la vida, trascendencia y vigencia del Comandante Ernesto Che Guevara, y objetos personales del guerrillero; allí también todos los días a las 21:00 h. se puede disfrutar del famoso «Cañonazo de las nueve» efectuado por una dotación de soldados vestidos al estilo del siglo XVIII que es una autentica atracción.

En el casco histórico hay muchos museos, por eso te aconsejamos no intentar visitarlos todos y tampoco seguir un itinerario exacto, ya que puedes pasar horas y horas recorriendo sus calles estrechas guarneciéndote del intenso sol tropical y es muy difícil calcular el tiempo en que puedas estar en cada sitio. Al lado izquierdo de la Catedral tienes la Bodeguita del Medio (empedrado 207) sitio típico donde la especialidad es la comida criolla y el mojito, que depende de la hora en que la visites, puede estar a rebosar. Al otro de la Catedral tienes el mural de Mercaderes, una espectacular obra de aproximadamente 300 m2 (25.50 m por 14.40 m), ubicado en el sitio exacto del antiguo Liceo Artístico Literario en la calle Mercaderes y Empedrado. Al final de la calle Obispo se encuentra otro sitio emblemático de la ciudad, el Floridita, donde el novelista Ernest Hemingway, asiduo por su exquisito Daiquiri, cóctel que combina el ron cubano, limón, azúcar, gotas de marrasquino y polvo de hielo. Si atravesamos la calle Montserrate nos adentramos en el Parque Central. Desde allí divisarás el Capitolio Nacional con su impresionante cúpula, lugar también de obligada visita, en su interior está la imponente escultura de La República, realizada en bronce con 15 metros de alto y 30 toneladas de peso; en el suelo podrás contemplar la reproducción del diamante, justo en el centro mismo de la cúpula, y es el punto que marca el kilómetro cero de las carreteras cubanas.

Has de visitar la sala de sesión de los parlamentarios, caminar por el Salón de los Pasos Perdidos – llamado así por el eco de las pisadas de sus muchos visitantes diarios – y con un poco de suerte podrás contemplar las muestras de arte contemporáneo realizadas por jóvenes cubanos. Hallarás múltiples estilos arquitectónicos en esta ciudad, que ha ido configurando a través de los siglos su incuestionabe patrimonio, que abarca l’art nouveau, l’art déco, el barroco, el neoclásico… A nivel de museos, puedes elegir por su extensa variedad, y empezar por una visita al dedicado a Alejo Carpentier, cerca de la Catedral, pasando por el Museo de la Revolución y el Museo de Artes Decorativas. Y como no sólo de arquitectura te nutre esta ciudad, encontrarás «las paladares», restaurantes familiares donde apreciarás la comida casera, criolla y a media tarde, un paseo por el Vedado, el barrio céntrico de la ciudad, te llevará frente al Cine Yara, cuyo vestíbulo acoge, al atardecer, citas variopintas y encuentros de jóvenes, adultos y transvestidos, aparte de hallar información sobre las fiestas privadas que tienen lugar durante el fin de semana. A cien metros del Habana Libre, hotel que se distingue del resto por estar envuelto por un largo mural exterior de la artista Amelia Peláez, te recomendamos la degustación de los populares helados del Coppelia, inaugurado en los años 60, que provoca inmensas colas de cubanos para tomar por pocos pesos, sus variadas bolas de helado.

Visita obligada también para sabores foráneos. El Vedado puede ser el equivalente al centro neurálgico de comercios, con tiendas y abundantes hoteles, así como de negocios, puesto que la zona en la que se encuentra el Habana Libre está repleta de agencias de viajes, compañías aéreas, despachos ministeriales, cafeterías con terrazas y las denominadas cadeca (cajas de cambio de moneda). Sin abandonar la 23, y cerca del Coppelia hay una plazoleta con bancos de piedra a la sombra de árboles centenarios, allí podrás observar un movimiento de personal inusual, un deambular de hombres y jóvenes que entran por un pequeño acceso a los baños públicos. Estamos en los baños de El Quijote, denominados así por la gigantesca estatua que preside esta plaza. Éste es uno de los pocos lugares de encuentros y contactos anónimos, como la de Boyeros, en cuya rotonda los cubanos pueden tener relaciones, a partir de la medianoche. No es aconsejable a extranjeros. Como decíamos, la 23 es la inmensa arteria de la capital, que va desde el Malecón hasta la confluencia de las avenidas 23 y 12. Su extensión provoca multitud de contrastes, ya sean arquitectónicos o simples quioscos, puntos de obligada cita para los cubanos que han de presentar la cartilla de abastecimiento con el fin de recibir los productos que les corresponden mensualmente y cubrir las necesidades alimenticias de sus familias. Otras paradas te deleitarán con productos típicos del país, dulces o salados, realizados artesanalmente.

En la Plaza de la Revolución verás El Memorial Jose Marti, en la base al monumento erigido en el centro geográfico de la Habana. Configurado por una estrella de cinco puntas, el lugar cuenta con salas de exposiciones, en las que se muestran entre otros documentos, facsímiles y manuscritos originales. Se pueden visitar diariamente de 9:00 a 17h. Dispone de una exposición gráfica de los momentos más importantes del proceso revolucionario cubano. Una escultura reciente es la que homenajea a John Lennon, en el parque que lleva su nombre, y que reproduce al músico sentado en un banco, con sus inconfundibles gafas. La Habana de noche es un atractivo que no te puedes perder, ya sea paseando por El Malecón, observar el Hotel Nacional desde abajo, sentarte al borde de El Malecón y seguir caminando hasta el Paseo Prado y pasar, cerca de La Rampa, por El Cuervo y La Zorra, para asistir a algún recital de jazz, o locales de salsa, música en vivo siempre. Por eso tiene fama el país que de las piedras salen músicos. Información sobre las actuaciones de grupos musicales las encontrarás en los hoteles. Al no existir bares o discotecas específicamente de ambiente, las salidas de noche deben hacerse con algún habanero o bien informándose bien, como apuntábamos antes, de las fiestas particulares que se hacen para captar turistas y también para que las disfruten junto a numerosos cubanos.

Alrededor de la plaza de la Catedral hay mucha animación y en el Barrio Chino vives esa mezcla de exotismo cubanoasiático. Cena aquí y copas en el Riviera, muy turístico; más auténtico resulta compartir con gente de la tierra unas Bucanero (cerveza propia del país) o botellas de Havana Club, sentados en el Malecón y gozar de la brisa marina. Por el Malecón te puedes orientar muy fácilmente, ya que por su longitud de 8 kilómetros puedes iniciar su recorrido en el Castillo de la Punta y acabarlo en la Chorrera. Si lo haces a pie no es aconsejable en un sólo día, en coche sí, en taxi popular, es decir, Buicks de los 50, restaurados, auténticas piezas de museo, contemplando las edificaciones, algunas casas con columnas, otras en ruina y a un lado, siempre ese azul de un mar que bordeará tu trayecto. Y si quieres disfrutar de la danza afrocubana, has de ir a la Casa de la Cultura, por tan sólo cinco dólares la entrada. Si quieres asistir a ensayos de algunos grupos especializados en el bolero, danzón y guaracha, acudid a Neptuno 960, en La Habana Vieja. Se trata del Salón de Ensayo Benny Moré. Y sin movernos de ese distrito, La Casa de la Trova es otro lugar imprescindible para los amantes de la música popular, la entrada es gratuita y los músicos, cuando improvisan, percibes que llevan «el son en el corasón». Son dos millones de habitantes, una población media muy joven: veinteañera. Poseedor de un carácter abierto, el habanero te acogerá de manera que cada turista se llevará un grato recuerdo. El pueblo, solidario, ha conseguido que esta ciudad siga atrayendo el interés de personas de otras culturas, ya que él las ha vivido gracias a las mezclas -hispanas, afro, asiáticas- de un pasado que ha ido evolucionando constantemente.

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