Que en ver Fez, la mayor medina del mundo

 Que en ver Fez, la mayor medina del mundo
Compártelo en:

Qué ver en Fez, la mayor Medina del mundo

 

Fez a evolucionado hacia un presente acorde con el tiempo en el que vivimos no es nada sencillo. En sí, mantiene una estructura urbana y una distribución en lo que respecta a los comercios y oficios, así como a los lugares religiosos o culturales, como en la época de su mayor esplendor, y ésta se ubica en su pasado medieval.

Para apreciar la dimensión de Fez, lo más interesante es desplazarse hacia uno de los puntos elevados que circundan la ciudad, como pueden ser las tumbas meriníes o el Borj Sur, pues desde estos puntos apreciaremos el perfil de lo que representa el trazado en superficie, aunque en absoluto de su magnitud, ya que Fez-el-Bali (Fez la Vieja) está considerada la más grande de las medinas medievales habitadas del mundo.

Adentrarse en Fez es todo un reto que constituirá una experiencia de orientación fascinante. Ya en su interior recorreremos las innumerables y tortuosas callejuelas donde se sucederán continuamente bazares, tenderetes de artesanía, restaurantes y mercados. Todo ello, aunque parezca caótico, está organizado de forma gremial, y por ello es fácil definir el barrio de los ebanistas, los orfebres o el de los curtidores – cuya proximidad, a pesar de su gran fama por las excelentes manufacturas y su colorido, ya se percibe mucho antes de entrar.

Nos sorprende ver y apreciar que según vamos adentrándonos por estas sinuosas callejuelas que en ocasiones dos personas no pueden transitar sin una ceder el paso a la otra, de pronto en una esquina aparece una mula o un asno al cual le suceden otros formando una pequeña caravana de cuatro o incluso más animales, que cargados como tales, transportan de las curtidurías a las teñidurías inmensos fardos de pieles. Pero la sorpresa vendrá cuando veamos aparecer el mulo “CocaCola” (mulos cargados hasta lo imposible de cajas de refrescos) cuyo conductor, al grito ¡Balak Balak!, nos pone sobre aviso para que tengamos cuidado y le cedamos el paso a la vez de evitar cualquier percance. Todo ello se debe a que en el interior de la medina no están permitidos los vehículos a motor.

Seguimos nuestra andadura por Fez y a medida que vamos avanzando un característico hedor impregna la atmósfera; nos encontramos cerca de la tenería de Chouwara, el barrio de las curtidurías de Fez. Nos dejamos llevar por nuestro olfato pues el aire cada vez más queda impregnado por un olor a excrementos, ya que son los de paloma los usados para blanquear las pieles, además del propio de las recuas de los mulos. Nos aventuramos en una de las peleterías del barrio de los curtidores que se encuentra ubicada dentro de lo que parece una vivienda, pero no es así; realmente es lo que es, una tienda. En ella se amontonan miles de babuchas de mil y un colores y mientras recorremos una estancia tras otra vamos dejando atrás bolsos, carteras y maletas de mil formas y tamaños, todas ellas de genuina piel y con motivos muy refinados.

Ascendiendo los pisos de la tienda accedemos a un gran salón donde se exponen cientos de chaquetas y chaquetones de piel: negras, marrones, beiges… En pequeños muebles de madera se amontonan billeteras y monederos y más babuchas. Las más llamativas y que destacan del resto son las teñidas en amarillo, y según nos comentan son más caras, pues el color es indicativo de categoría social. Merece la pena adquirir alguno de estos productos, ya que son de gran calidad y complementan un souvenir original e inolvidable de esta colorida ciudad.

De pronto, se abre un luminoso ventanal que da paso a un gran balcón y ante nuestros ojos se dibuja lo que parece un inmenso patio interior,… pero antes de acceder, uno de los empleados de la tienda nos ofrece rápidamente unas briznas de hierbabuena o menta, indicándonos que la mastiquemos o la inhalemos. De pronto comprendemos por qué, pues hay otros olores no tan agradables en Fez además de los que emanan del bazar de las especias con esos embriagadores – a veces- efluvios que saturan el aire de canela, comino, jengibre, coriandro o cilantro.

Ante nosotros como cual paleta de colores emergen un sinfín de tinas hechas de barro y adornadas con mosaicos repletas de tintes de variados colores en las cuales diligentes curtidores sumergen las pieles que unos instantes antes se habían cruzado en nuestro deambular por las calles adyacentes a lomos de los mulos porteadores, todo un espectáculo visual que también despertará nuestros sentidos olfativos; por cierto, la mejor hora para visitarla es por la mañana.

Percibimos un repicar metálico con mayor intensidad a medida que vamos avanzando: estamos llegando al barrio de los caldereros, Es-Seffarine. Enormes calderos, hacinados uno dentro de otro, cubos y jarrones de diversas formas se amontonan en las pequeñas tiendas de los comerciantes de este barrio. Su lugar de trabajo es un pequeño yunque o trozo de hierro en plena calle al pie de su comercio donde sus martillos de forma magistral dan forma a planchas de cobre que se transforman en auténticas obras de arte: un jarrón, una tetera o una bandeja con bellos detalles.

Los habitantes de Fez tienen fama de ser buenos gourmets, de fino paladar y exigentes a la hora de adquirir los productos que engalanarán su mesa; por ello, la compra de estos productos es prácticamente diaria, pues sólo la frescura de los mismos garantiza su excelencia. Al adquirir a diario estos alimentos en los mercados hace que el bullicio en los mismos sea una constante. Las aceitunas de diferentes variedades se amontonan brillantes en los tenderetes; los más frescos pescados y las verduras de la huerta recién cosechadas se exponen parada tras parada. La oferta es realmente abundante también en las carnicerías, donde el cordero y la cabra son su especialidad. Lo más curioso, las pollerías, donde aunque nos parezca que se encuentran hacinados los pollos vivos es que así se venden, realmente es la forma de tenerlos para su venta, así como los huevos en graciosas hueveras con forma de olla hechas de alambre, tal como se hacía antaño en nuestra tierra.

En el barrio de Nejjarine se agrupan los ebanistas. Podríamos decir que Fez es una inmensa amalgama de todo y que por sus olores sabríamos descifrar dónde nos ubicamos a cada momento; aquí es inconfundible el aroma de madera, donde el pino y el cedro son los dominantes, pero hay muchos más indudablemente, aunque para identificarlas quizás deberíamos ser conocedores de las maderas nobles o exóticas. En este barrio se encuentra un singular edificio, Fondouk el-Nejjarine, que acogía a los mercaderes provenientes de otros lugares del reino portando sus mercancías. Hoy es el museo de Nejjarine de las Artes y Oficios de la Madera. Magníficamente restaurado, en su interior de tres plantas se exponen objetos tradicionalmente fabricados en madera; muebles; instrumentos de música; herramientas y diversos utensilios relacionados. Desde la azotea podemos disfrutar de una magnificas vistas de la ciudad y de las colinas circundantes, pero antes de acceder al edificio nos detendremos a admirar una de las 70 fuentes públicas que se encuentran en su entrada, ricamente engalanada por mosaicos tradicionales de color azul y ocre.

Las madrazas (universidades coránicas) son el testimonio que perdura de un pasado intelectual y científico de Fez. La de Bou Inania destaca por su admirable arquitectura realizada con madera de cedro, mientras que los estucos esculpidos y su decoración labrada en mármol y piedra de ónix la hacen especialmente admirable y es considerada como una de las más bellas escuelas teológicas de entre las que se encuentran en Fez, construida por los merínidas entre 1350 y 1357 bajo el mandato del sultán Bu Inan.

Nuestro caminar por las calles de la medina nos llevará a aventurarnos en zocos sin percibir que deambulamos en ellos. En el de Tillis tendremos la oportunidad de admirar magnificas alfombras; en el zoco de el-Hena los aceites de argán, jabones y muchísimos productos de cosmética. Las sedas y brocados, pasamanerías, babuchas bordadas y caftanes los podrás encontrar en la kissaria de Serrajine.

Merece la pena visitar el Palacio real, aunque no es posible visitar su interior, pero la amplia explanada de los flautas nos permite obtener una panorámica de sus puertas finamente labradas con motivos geométricos. Unos escasos metros nos separan del barrio judío, el Mellah; sus casas a diferencia de las musulmanas, se distinguen por sus ventanas y balcones de madera y hierro forjado, así como la sinagoga de Ibn Danan, que data del siglo XVII y es considerada una obra maestra del patrimonio arquitectónico judeo-marroquí; este recorrido es un buen comienzo antes de adentrarnos en la medina.

Si ya nos disponemos a salir de la medina, hagámoslo por la puerta Bab Bou Jeloud, o puerta azul. Aunque es la entrada principal a la medina y por consiguiente la zona más antigua de la misma, esta puerta tiene un encanto especial, sobre todo si esperamos que sean las cinco de la tarde, pues la caída de la luz solar acaricia sus paredes, que están ricamente decoradas por mosaicos azules, creándose en ese momento una tonalidad fascinante. Compuesta por tres arcos de herradura simétricos, si disponemos de tiempo es todo un espectáculo ver como la muchedumbre atraviesa la puerta de un lado a otro con auténtico frenesí.

Si ya nos disponemos a salir de la medina, hagámoslo por la puerta Bab Bou Jeloud, o puerta azul. Aunque es la entrada principal a la medina y por consiguiente la zona más antigua de la misma, esta puerta tiene un encanto especial, sobre todo si esperamos que sean las cinco de la tarde, pues la caída de la luz solar acaricia sus paredes, que están ricamente decoradas por mosaicos azules, creándose en ese momento una tonalidad fascinante. Compuesta por tres arcos de herradura simétricos, si disponemos de tiempo es todo un espectáculo ver como la muchedumbre atraviesa la puerta de un lado a otro con auténtico frenesí.

Ya a la espera de la puesta de sol nos dirigiremos al Borj Nord para acceder a las Tumbas de los Meriníes para escuchar el eco de la llamada a la oración por el almuédano y contemplar las maravillosas vistas en todo su esplendor de una de las ciudades más bellas de Marruecos.

 

[divider]GUÍA PRÁCTICA[/divider]

CÓMO LLEGAR

Existen vuelos directos de Vueling desde Barcelona a partir de abril y hasta octubre. Más información sobre fechas exactas y horarios: www.vueling.com

DOCUMENTACIÓN Y CONSEJOS DE VIAJE

Con el DNI en vigor es suficiente para entrar en Marruecos. Recuerda que hay que cumplimentar un formulario que se entrega en el control de aduana. Este formulario se te facilitará en el propio avión o en el aeropuerto. Para salir del país, recuerda que el aeropuerto es muy pequeño y los controles de aduana muy lentos. Por eso, es importante acudir con dos horas de antelación mínima, pues se pierde mucho tiempo.

GASTRONOMÍA

Los tajines de cordero, pollo o verduras; las sopas; el cuscús o los entrantes como sus deliciosas aceitunas y encurtidos hacen que disfrutemos de su gastronomía. No olvidar sus dulces y el té a la menta.

INFORMACIÓN TURÍSTICA

Oficina Nacional Marroquí de Turismo www.visitmorocco.com

[mappress mapid=”61″]

Post relacionados: