Los saltos de agua de la provincia de Burgos
Más de una veintena de cascadas salpicadas por los valles y las sierras burgalesas
La provincia de Burgos es un espacio que atesora una amplia riqueza de flora y fauna gracias a su situación geográfica. Una extensión de tierra por la que discurren numerosos ríos y sus afluentes, y es precisamente en ellos donde el viajero descubrirá un gran número de cascadas que ofrecen una de las persectivas más naturales de este territorio. Una manera diferente de conocer y recorrer la provincia de Burgos y disfrutar, al mismo tiempo, de su cultura, su patrimonio, su gastronomía y, sobre todo, de sus gentes.
Toda la provincia de Burgos es una postal fastuosa para los ojos del viajero. Un paisaje que destaca, por encima del resto del territorio castellanoleonés, por su riqueza natural que nada tiene que envidiar a otras zonas de España. Espacios verdes de frondosos bosques, sierras y valles regados por más de una veintena de ríos y sus afluentes que desfilan por la provincia de Burgos.
La zona norte de la provincia de Burgos se presenta como un anfiteatro montañoso que, desde antaño, era considerado como vía natural de comunicación entre las tierras del centro y del norte de la Península. A lo largo de todo el territorio burgalés el viajero descubre numerosas cascadas espectaculares para la vista. Es el caso del salto de Orbaneja del Castillo, ubicado en el pueblo que lleva el mismo nombre, que se encuentra enclavado en el espectacular e imponente ‘Cañón del Ebro’. El río que se desprende de esta cascada nace en la ‘Cueva del Agua’, atraviesa la población y, antes de desembocar en el Ebro, se despeña en una pequeña pero inaccesible cascada que deja al descubierto una foto inolvidable. La mejor época para visitarla es durante el deshielo.
Continuando en la zona norte, concretamente en la localidad de Tartalés de los Montes, dentro de la comarca de Las Merindades, llama la atención el incomparable marco natural en el que se ubica. Se trata de la Sierra de la Tesla, que ofrece desde desfiladeros, cimas, bosques y un incansable etc. Pero lo realmente espectacular del paisaje, es la cascada de Tartalés que el viajero se encontrará una vez pasado el túnel que lleva hasta esta población burgalesa, que lleva el mismo nombre que la cascada. El mejor momento para observar este salto del río Ebro es durante el invierno o la primavera, aunque en el verano la visita no pierde su encanto, ya que el chorro de agua es constante durante todo el año.
Sin ir más lejos, y casi por sorpresa, se descubre la silenciosa cascada de Pedrosa de Tobalina, considerada una de las siete maravillas de la provincia de Burgos, provocada por el río Jerea, afluente del Ebro, y ubicada entre los municipios de Pedrosa de Tobalina y La Orden. Este salto de agua esconde varios rincones mágicos debido a sus cerca de 100 metros de longitud y 12 de altura. Este espacio natural es visitado, durante todo el año, por cientos de viajeros, aunque en los meses con temperaturas más bajas, las aguas de esta cola de caballo cobran vida y belleza.
Y en el Valle de Mena destaca la cascada de San Miguel,una pequeña catarata que, aunque está seca parte del año, es todo un espectáculo para la vista debido al entorno natural en el que se encuentra. Sin salir del Valle se descubre la cascada de Peñaladros, un secreto bien guardado por los burgaleses que no requiere caminatas agotadoras ni botas de monte para poder observarla en primera persona.
Pero existen muchas otras cascadas a lo largo del territorio burgalés que son de gran interés para todos los amantes del turismo de naturaleza, como la de Santa Cruz del Valle-Urbión, Neila, Irus, La Mea, Yeguamea, Tobazo, Rojas, Salto del Nervión o el Salto de Las Pisas, entre otras. En definitiva, un destino que el viajero podrá descubrir paso a paso mientras disfruta del paisaje, de su gastronomía y, sobre todo, de sus gentes.