La apuesta de Centroamérica por el turismo comunitario

 La apuesta de Centroamérica por el turismo comunitario
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El turismo en Centroamérica se reinventa y apuesta por el turismo comunitario, una modalidad que aleja al viajero del típico circuito comercial, y lo invita a una inmersión en las tradiciones y costumbres más profundas de la comunidad local.

La reinvención no es algo que suponga un problema para la región. Por su variedad natural, paisajística, cultural o gastronómica, Centroamérica tiene la capacidad de adaptarse fácilmente a los nuevos modelos de viaje, a las distintas perspectivas de las generaciones más jóvenes y a las nuevas tendencias, como el turismo comunitario.
Esta modalidad de turismo beneficia tanto al turista como a la comunidad local. Al viajero, le ofrece un conocimiento profundo, cercano y respetuoso a las culturas y costumbres autóctonas, alejándole del circuito más comercial. Para la comunidad, funciona como un catalizador de progreso y crecimiento, potenciando la obtención de recursos propios, velando por sus tradiciones.

Ahora bien, ¿qué es lo que ofrecen los países de Centroamérica en esta modalidad turística que se está volviendo tan popular? A continuación, ofrecemos una lista de destinos que podrían ayudar al viajero indeciso a zanjar sus dudas sin riesgo de equivocación.

Panamá: Circuito del café y Emberá Querá

Panamá es uno de los países pioneros de Centroamérica en este modelo de turismo. Dentro de la multitud de destinos que ofrece, el más novedoso es el del Circuito del café. Se trata de una ruta compuesta por 18 fincas de la provincia de Chiriquí. El circuito pasa por los atractivos más grandes de la región y combina gastronomía, historia, naturaleza, cultura y actividades de artesanía. El café de Chiriquí ha logrado primeras posiciones en catas de nivel internacional. El turista presenciará el proceso, desde la siembre a la cosecha y el empaquetado. Además, el mismo circuito ofrece otras actividades como paseos en bote, observación de aves exóticas, senderismo.

Por otro lado, a orillas del Lago Gatún, se encuentra la comunidad turística Emberá Querá, cuyos habitantes -no más de sesenta- provienen de diversas aldeas. Los Emberá han hecho del turismo no solo una vía para asegurar los recursos necesarios su desarrollo vital, sino el camino para proteger sus tradiciones y seguir viviendo juntos en comunidad. El viajero, lejos de desvirtuar la rutina Emberá, se hará partícipe de la cultura étnica, la artesanía que desde hace años desarrollan, de sus vestimentas y de sus danzas ancestrales que han ido pasando de generación en generación.

Nahuizalco en El Salvador

Nahuizalco es un lugar incomparable, con una oferta turística histórica y una cultura viva extraordinaria, que se ha convertido en uno de los mejores impulsores de la cultura salvadoreña al poner en valor técnicas culinarias ancestrales. Se trata de uno de los núcleos indígenas más fuertes y antiguos del país. Su mercado nocturno es un atractivo único en el país. La Plaza Gastronómica, tiene un ambiente festivo constante por las celebraciones culturales y religiosas del pueblo, que incluyen danzas folklóricas ancestrales, como la Danza de los Historiantes. La mayoría de la población se dedica a la artesanía, especialmente enfocada hacia mueblería y artículos de decoración para el hogar elaborados a partir de mimbre, madera y algodón.

Guatemala, Uaxacatun

Guatemala tampoco se queda corta en la oferta de turismo comunitario. Muchos de sus destinos están siendo dirigidos por las propias comunidades. Entre ellos se encuentran el parque ecológico Corazón del Bosque en Sololá, un lugar reconocido por sus tejidos, que además brinda distintos tipos de recorrido, como el tour de plantas medicinales, o la Sierra de los Cuchumatanes en Huehuetenango, también conocida como la Antesala del cielo. 
Entre ellos, destaca Uaxacatun, que significa “Ocho Piedras”. Su sitio arqueológico es uno de los principales de la Reserva de Biósfera Maya al contar con una ubicación estratégica en el corazón del Mundo Maya, muy cercano al Parque Nacional Tikal. Lo original de Uxucuatun es el acercamiento comunitario que acompaña la visita, que hace de la experiencia una integral y transformadora. Las familias que viven en la aldea se unen a la visita, aportando conocimientos históricos como los nombres de las construcciones o el significado de las estelas y sus inscripciones.

Costa Rica, Reserva Maleku

Muchos tildan Costa Rica como la joya de Centroamérica. Es un país pequeño que cuenta con una de las biodiversidades más altas del planeta. Sin embargo, su riqueza cultural y etnológica no es muy conocida a pesar de su amplia oferta, donde se incluyen planes que van desde una cabalgata a la Catarata del Río Fortuna, pasando por el Volcán Arenal, hasta los Puentes

Colgantes en Bijagua.

Al norte del país, en Guatuso, se encuentra la Reserva Indígena de Maleku, conocidos también como Gatusos o los “Indios Guerreros del Río Frío”. Esta oportunidad le permite al viajero conocer, a mano de los propios habitantes, el modo de vida de estos pueblos y cómo han conseguir mantener vivas sus tradiciones hasta el presente. Los maleku conservan su idioma y tienen un catálogo amplísimo de danzas autóctonas llenas de sonidos y ritos excepcionales, así como tradiciones culinarias milenarias, como la de su bebida tradicional: el Aiqui Líca, a base de maíz, agua y azúcar.

Jamao al Norte, República Dominicana

El color turquesa de sus aguas ha hecho de Jamao al Norte uno de los destinos turísticos más atractivos de Espaillat, provincia al norte de la isla. Su atractivo principal son las piscinas naturales de aguas cristalinas rodeadas de vegetación: El cañón de Arroyo frío, Cola de Pato, El Hongo Mágico… Se trata de un destino especial para los amantes de los deportes en contacto con la naturaleza, el entorno da la oportunidad de practicar deportes de aventura como el kayak.
Durante el recorrido en kayak el viajero irá descubriendo, de la mano de los lugareños, las típicas casitas del campo dominicano, se encontrará con niños bañándose en la orilla, y avistará multitud de aves entre la vegetación frondosa, pudiendo terminar este recorrido degustando algo de comida típica dominicana en cualquier de las diversas casetas ubicadas a lo largo de la ruta.

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