Cuatro destinos en la Costa Brava y el Pirineu de Girona para una escapada urbana
Con la llegada del otoño, la Costa Brava y Pirineu de Girona vive una transformación de texturas y colores que animan a disfrutar de sus encantos urbanos con otros ojos.
La Costa Brava y el Pirineu de Girona se convierten en destinos mágicos en otoño, marcando la transición hacia la temporada invernal. Esta región cuenta una variedad de paisajes, desde mar y montaña hasta pueblos pesqueros y villas medievales, pasando por una rica historia y cultura, que lo convierten en un destino lleno de posibilidades para explorar y disfrutar.
Las ciudades de Girona, Figueres, Olot y Puigcerdà, cada una capital de su comarca, son destinos urbanos imperdibles, perfectos para una escapada de fin de semana. Cuentan con patrimonio, gastronomía, actividades y paisajes encantadores que se vuelven aún más mágicos en esta temporada.
Girona, un destino turístico emocionante
Una ciudad con muchos años de historia y cultura concentrados, que hay que saborear paso a paso, sin prisas. Sus murallas preservan el tramo urbano medieval y el Barrio Judío, uno de los más significativos de Europa; mientras que monumentos emblemáticos, como la Catedral y la Basílica de Sant Feliu, atestiguan la historia de la ciudad y su valioso patrimonio cultural. Además de ser famosa por sus cinco puentes icónicos, que permiten una vista impresionante de la ciudad, el casco antiguo y sus dos recintos fortificados ofrecen un viaje a través de los siglos, desde la fundación romana hasta la expansión de las murallas en los siglos XIV y XV.
Noviembre es un mes emocionante en Girona, con eventos el prestigioso Festival de teatro Temporada Alta, que atrae a artistas y amantes de las artes escénicas de todo el mundo. La ciudad también ofrece una experiencia de compras única, con vías comerciales animadas como Rambla de la Llibertat, Santa Clara y en el Ensanche, además de una amplia oferta de comercios de proximidad en todos los barrios.
Olot, la capital de los volcanes
Construida sobre cuatro volcanes, Olot cuenta con un entorno geográfico único en el que destaca el volcán Montsacopa, un volcán urbano que se puede visitar fácilmente desde el centro de la ciudad y que ofrece impresionantes vistas. Olot cuenta también con una rica herencia cultural y patrimonial que vale la pena descubrir; desde rutas modernistas o torres de vigilancia hasta destacados edificios religiosos, como la Iglesia de la Mare de Déu del Tura y el Claustre del Carme, que ahora alberga la Escuela de Arte y Diseño de Olot.
La gastronomía es otro de sus puntos fuertes gracias a la denominada cocina volcánica, que resalta los productos locales y platos tradicionales, como embutidos caseros, roscones adobados, cocas de chicharrones, papillas de alforfón y la ratafía, ofreciendo una experiencia culinaria intensa y sabrosa.
Figueres, dinámica, creativa, histórica, cultural y muy daliniana
La capital del Alt Empordà ofrece una experiencia cultural enriquecedora en la que destacan la Casa Natal de Salvador Dalí y el fascinante Teatro-Museo Dalí, así como otros museos como el del Juguete, el del Empordà y el de la Técnica del Empordà. En una escapada a la ciudad tampoco hay que perderse el impresionante templo gótico de la Iglesia de Sant Pere, uno de los edificios más antiguos de Figueres, con raíces que se remontan a los siglos X y XI. Además, la ciudad es un destino enogastronómico de primera categoría, con productos locales de gran calidad, restaurantes excepcionales y vinos de la DO Empordà; todo ello puede descubrirse en las rutas enogastronómicas.
En Navidad, Figueres cobra vida con un alumbrado único inspirado en Salvador Dalí, basado en las postales que el artista ilustró entre 1958 y 1976. Los visitantes pueden disfrutar de una experiencia sorprendente y divertida al recorrer las calles del centro en visitas guiadas, observando los dibujos de Dalí y descifrando su intrincada iconografía, lo que agrega un toque especial a la temporada festiva en la ciudad.
Puigcerdà, turismo activo y cultural
Este encantador municipio de la Cerdanya está rodeado de impresionantes montañas, bosques y prados que adquieren infinitos colores durante la mayor parte del año. Su precioso casco antiguo presenta calles estrechas e irregulares llenas de comercios y destaca por la majestuosa Iglesia de Santa María y la animada plaza Central. El lago de Puigcerdà es el icono de la ciudad, un lugar de ensueño que atrae a visitantes durante todo el año con sus bellos paisajes, aves y colores cambiantes, especialmente en otoño.
Además de su entorno natural, ofrece una deliciosa experiencia gastronómica con platos típicos de la alta montaña como el trinxat, el conejo con setas o el guisado de pato con nabos, donde se pueden disfrutar de sabores excepcionales junto a impresionantes vistas. Los fines de semana, el mercado dominical en el centro es un lugar ideal para adquirir embutidos y quesos típicos de los Pirineos. Para los amantes del turismo activo, se recomienda la ruta del Camino de los Enamorados, un pequeño itinerario muy frecuentado que sigue la acequia que transporta el agua al lago de Puigcerdà. Su recorrido, rodeado de árboles y con buenas vistas de la Cerdanya, nos hace disfrutar en este pequeño paseo.