Enoturismo en el Languedoc-Rosellón: La abadía de Fontfroide
Una buena forma de descubrir el extenso patrimonio histórico y vinícola que esconde la región francesa del Languedoc-Roselló, es visitando sus diversas abadías cistercienses. De estilo gótico y Neoclasico, el recinto amurallado de la Abadía de Fontfroide, en Narbona, está formado por diversos edificios de piedra tallada en seco, el cual reflejan las innumerables historias y leyendas donde los monjes han sido protagonistas durante siglos y han quedado inmortalizadas a lo largo del tiempo.
La Abadía de Fontfroide, fundada en el año 1093 por monjes benedictinos, está vinculada desde 1145 a la Orden Cisterciense. Gracias al gran desarrollo de sus tierras, la generosidad de los benefactores, clérigos y laicos, a través de sus donaciones y ventas, se convirtió en una gran y potente abadía y una de las más grandes de la cristiandad. A lo largo de los siglos, la riqueza fue cada vez mayor, y en el siglo XIII la comunidad contaba con cerca de 25.000 hectáreas de tierra, pero con la llegada de los Cátaros, Fontfroide tuvo que participar en la vida político-religiosa, por lo que los monjes abandonaron el claustro y la iglesia para predicar y tratar de convencer a la población para permanecer fieles a la Iglesia. La época gloriosa de Fontfroide se detiene precipitadamente en XIV, con la llegada de la Peste negra de 1348 el cual provoco la muerte de cerca de 80 monjes, sobrevivienso únicamente 20, lo que provocó el descenso de su desarrollo. Más adelante, la Revolución Francesa puso fin a la vida monástica y Fonfroide pasó a ser el Hospicio de Narbona en 1791. La abadía en 1848 volvió a ser ocupada por doce monjes cistercienses de la abadía de Sénanque, sin embargo, debido a los pocos recursos financieros disponibles, los religiosos no pudieron restaurar la totalidad del monasterio.
En 1908, Gustave y Madeleine Fayet compran la abadía. El Artista, cuidador del Museo y colector, Gustave Fayet llevó a cabo una importante campaña de restauración y redecoración de Fontfroide. Hoy en día sus descendientes, son los propietarios y continúan la restauración, gracias a los recursos monetarios recaudados por la venta de obras de arte de su antepasado Gustave Fayet, las aportaciones de los turistas que visitan el edificio y de las subvenciones del gobierno francés. Ademas de la construcción de la abadía, los monjes también cultivaron un viñedo en sus alrededores, que hoy en día, alcanza las 40 hectáreas, donde la uva desarrolla una madurez aromática excepcional debido al terroir fresco y la proximidad del mar. Sus bodegas producen cerca de 60.000 botellas anuales, de las cuales se abre una amplia gama de variedades combinandas para ensamblar los diferentes tintos, rosados y blancos, además de poder confeccionar una pequeña gama para Moscatel.
La abadía de Fontfroide ofrece a sus turistas numerosas rutas guiadas a lo largo de todo el recinto, con explicaciones y anécdotas del lugar, mientras se contemplan sus hermosos patios interiores, el claustro o sus diáfanas estancias interiores, así como su numeroso patrimonio cultural, como los escritos realizados por los monjes o los antiguos objetos eclesiásticos que se conservan hasta día de hoy. Al final de la visita, podemos degustar sus vinos en una zona habilitada para su venta, o bien disfrutar de la espléndida gastronomía que ofrece su restaurante, «La Table de Fontfroide» una elaborada cocina cuya carta se confecciona a partir de productos de primera calidad, como el foie de pato y las mejores carnes de la región. Para más información visita: – Web de la Abadía de Fontfroide: www.fontfroide.com – Web de la oficina de turisme de Sud de France: es.destinationsuddefrance.com